
Hacendosa y servicial, la historia de mi educación sexual
Tendría unos seis años cuando mi abuela entró al baño sin tocar a la puerta y por el grito ahogado que pegó supe que algo estaba mal.
Tendría unos seis años cuando mi abuela entró al baño sin tocar a la puerta y por el grito ahogado que pegó supe que algo estaba mal.
Me quedé callada. No tenía ni idea a lo que se refería pero, por la viveza de su tono, supe que se trataba de algo muy evidente. Quise decir que veía una mamá realizada, una buena amiga, una emprendedora… pero, la respuesta debía de ser muchísimo más simple.
Me senté frente a ella. Sus piernas, a pesar de haber recorrido el mundo por más de treinta años, me recordaban las mías cuando apenas era una adolescente. Sentí nostalgia.
Respirábamos libertad. Habíamos deliberadamente escapado de la presión social y económica de nuestros países para empezar una nueva vida. Estudiar afuera era el pretexto…